Acabo de pasar los últimos 3 dias en una linea Amsterdam y Ginebra trabajando en Club (o clase Business). Al principio tenía mis reticencias ya que esto implica trabajar con el sobrecargo y algúnos son un poco especiales. Además al pasajero de Club hay que “tratarle major” y darle un servicio de mayor calidad que al pasajero “corriente” que viaja en turista. Sin embargo, ha sido genial. No solo el sobrecargo era un “tío muy enrrollado” sino que he disfrutado del trabajo más que si hubiera estado en clase turista. He descubierto que trabajar en Club aporta ciertos beneficios o placeres que no te aporta trabajar en la clase inferior. Aqui van los “7 placeres de trabajar en Club”:
1. El poder decir a un pasajero de turista: “Disculpe, esto es Club. Es una clase diferente a en la que usted viaja". Esto me paso esta misma mañana, cuando dos “listillos” intentaron colarse y sentarse en la última fila de clase Business.
2. El placer de correr las cortinas separando las dos clases mientras todos los pasajeros de primera fila de turista te miran pensando: “ojala estuviera yo solo un poco mas alante". Especialmente si en la primera fila de turista viajaban estos dos “listillos” que se habían intentado colar de clase unos minutos antes.
3. El poder disfrutar de un aseo para ti, el sobrecargo y los pocos pasajeros que viajan en Club con todos los extras que este aseo conlleva: jabon de manos de major calidad, y crema de manos . También es un placer poder decir a los “listillos” de turista que intentan usar ese aseo: “Disculpe, pero los aseos de turista estan en la parte posterior del avión”
4. La comida. Poder disfrutar de comida caliente y los suculentos postres, fruta u otros manjares que se sirven en Club, a diferencia de los sandwiches que se sirven en clase turista.
5. Poder usar toallitas calientes cuando le venga a uno en gana para lavarse las manos, limpiarse los zapatos o cualquier otros menesteres.
6. La tranquilidad de poder colgar tu chaqueta o chaleco de servicio a bordo en el armario delantero solo reservado para los pasajeros de Club, sin temor a que esta se te arrugue o manche.
7. Por último, y no menos importante, las maravillosas vistas que se pueden contemplar desde la cabina de mando cada vez que uno entra a llevarles un café, un te, o simplemente a ver si necesitan algo.
El ritmo de trabajo es mucho más relajado en general. No hay tantas llamadas que atender, ni hace falta darse excesiva prisa, ni aguantar niños que no paran de llorar. Una delicia, vamos… No me extraña que la gente que puede, viaje siempre en Club.