15 enero 2007

El síndrome de Peter Pan


"Que fácil es la vida del estudiante" es lo que te solían decir cuando estabas en el instituto o en la universidad cada dos por tres.

A tí te parecía un horror y deseabas poderte poner a trabajar una vez acabados tus estudios. Yo, me incluyo entre estos que no veían ese tipo de vida con tanto agrado. Sin embargo, he de confesar que si que creo en otra frase similar: "Que fácil lo tiene la juventúd". Esta frase u otras similares como: "Cualquier tiempo pasado fue mejor" o "Que tiempos aquellos..." hablan de verdades como puños. Todos añoramos en mayor o menor medida tiempos pasados. Tiempos de inocencia, tiempos de despreocupación y de locura. La vida avanza y el tiempo con ella inexorablemente sin que podamos hacer nada por detenerlo. Muchos de nosotros miramos con nostalgia al pasado y recordamos con felicidad aquellos momentos de nuestra vida donde las preocupaciones eran mínimas y la libertad de soñar y ganas de "ponerse el mundo por montera" mucha. La mayoría deja que la vida avanze y se adapta a sus cambios; madura cuanto antes para habituarse a una nueva étapa que siempre sustituye a la anterior. Otros pocos, se resisten a este paso del tiempo e intentan vivir recreando esa felicidad del pasado de la que ya solo se ven destellos fugazes. Este último caso es lo conocido como: "El síndrome de Peter Pan".


El "enfermo" de este síndrome se resiste a madurar sabiendo que con la madurez se mermará su capacidad de soñar. Sabe que si avanza y entra en la siguiente etapa, tendrá que olvidar y dejar atrás momentos felices e inolvidables del pasado. Un pasado que nunca volverá y que hace que con nostalgia se nos entristezca un poco el corazón al mirar atrás.
El lado bueno ,o menos malo, de sufrir la "enfermedad del país de nunca jamás" es que no es terminal como otras enfermedades. Tampoco es grave, ni hace sufrir en demasía al que la padece y los que le rodean. Entristece a ratos y produce dosis de melancolía, nostalgia y anhelo, pero nada serio. El síndrome de Peter Pan, es una enfermedad del alma en vez de del cuerpo. Hace que lo que duela se sienta mucho más adentro que lo que puede curarse en cualquier centro de salúd. Es poco común y muy peculiar pero inofensiva e hiriente a la vez. Muchos la rozan pero pocos la padecen.
Su única cura: seguir creyendo en El País de Nunca Jamás. Ese país en el que nunca jamás los niños dejen de seguir soñando y nunca jamás los jovenes dejen de ser jóvenes.

Feliz semana,

P. Pan

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí, Peter, sí..ya sabes que estoy de acuerdo contigo completamente!!

CUALQUIER TIEMPO PASADO FUE MEJOR

Un besazo y gracias por compartir tu alma con los internautas

sil

Anónimo dijo...

my dearest PeterPan:

miss ur posts..so much!!

tirtze dijo...

no cambies nunca.
TE QUIERO CARIÑO
TIRTZE