29 diciembre 2008

El Tabaco

Últimamente los medios para intentar “convencer” al fumador de que debe dejar su hábito se han recrudecido. Atrás dejamos ya los mensajes como: “Fumar mata” o “Fumar si está embarazada, puede perjudicar al bebé”. Ahora los “mensajes” impresos en paquetes y carteles publicitarios no se bastan con mencionar, sino que muestran. Muestran pulmones negros por los efectos del tabaco, gargantas atacadas por un cáncer u otras imágenes en las que es fácil percibir los daños ocasionados por el hobby del cigarrillo.
Yo he fumado ocasionalmente desde los dieciséis años. Y digo ocasionalmente porque solo lo hago de vez en cuando. No soy un fumador compulsivo, ni lo paso mal cuando llevo horas sin fumar. De hecho, puedo pasar días sin fumar. Lo mío no es dependencia sino simplemente un hábito. Un hábito que no es bueno, si. Pero un hábito que no es bueno ocasional al fín y al cabo. Procuro controlarme y pasarme días enteros sin fumar. Cuando vuelvo a hacerlo quizás fumo uno o dos cigarrillos al día si llegan. Muy pocas veces, cuando salgo y bebo, fumo más de un par con lo cual una cajetilla me dura días o incluso semanas.
En cuanto a marcas, cuando empezé, con dieciséis años, fumaba Chesterfield. No recuerdo porqué. Probablemente por el nombre. Luego me pasé a Lucky Strike. Otra marca de lo más “anglosajona” o “yanqui”. En la Universidad, como uno de mis mejores amigos fumaba Ducados, lo probé y no me gustó nada. Es más me pareció asquerosamente desagradable. Esquiando en Baqueira como no podía encontrar tabaco de mi marca, probé Fortuna pero tampoco me gustó. Me sabe a como creo sabría la paja de granero. Ahora, fumo normalmente Marlboro Light. Tampoco se porqué pero supongo que me sabe menos fuerte que el Chesterfield y el Lucky Strike y lo fuma más gente.
Y todo esto, ¿a cuenta de qué? Pues todos estos antecedentes de mi mundo y el tabaco vienen a que, por primera vez el otro día un pasajero me regaló un paquete de tabaco. El hombre estaba sentado al lado mío junto a las puertas 2 de un Airbus 321, y creo que era un pasajero con miedo a volar. Hablé con el alguna vez durante el despegue, aterrizaje y durente el vuelo, y al llegar a Londres me preguntó si fumaba. Al contestarle que sí, sacó un paquete de tabaco de una bolsa y me lo regaló con una sonrisa: “Es tabaco de Hong Kong” me dijo. Vale la decima parte de lo que en El Reino Unido cuesta una cajetilla. Y lo que es curioso, de esta cajetilla de tabaco china es que no tiene imágenes “atemorizadoras”. No hay pulmones negros, ni gargantas fastidiadas. Solo un mensaje: en chino. Y gracias a los chinos, al poseedor de este paquete no le costará fumárselo entero. Los símbolos que en el figuran, de caligrafía china, no dan ninguna pista ni indicio de lo que con su mensaje pretenden decir. Lo mismo podría decir: “ Esperemos que disfrute de este, el mejor tabaco de Hong Kong” que “ Tenga un muy buen día y que el cigarrillo que se va a fumar le provoque el mayor sentimiento de placer que haya experimentado nunca”.
Lo mejor para el fumador al que no le gustan los mensajes “anti-tabaco”.



1 comentario:

A. Nónimo dijo...

espero que no estés haciendo apología del tabaco, porque te doy eh!... :P

lo del tabaco es complicao, suerte la tuya que no tienes auténtica dependencia maniaco-obsesiva como la tienen algunos que conozco...

yo sigo prefiriendo los cigarrillos de coña, los de chocolate, esos que vendían hace décadas imitando los de verdad...

Salu2