Todos tenemos heridas. Cicatrices que nos hemos hecho cuando apenas sabiamos caminar, hablar o la tabla del 9 y que llevamos en alguna parte de nuestros cuerpos como heridas de guerra.
Unos la tienen en la frente porque se cayeron al correr por el pasillo y se golpearon la cabeza contra algo que descansaba sobre el suelo de su casa. Otros la tienen en las piernas o los brazos al haberse cortado con algo al pelearse con un hermano. Un tercer grupo las tienen en la espalda, el abdomen o el cuello al haber sido aun mas traviesos que el resto y haber querido aventurarse en alguna aventura de la que saldrian escaldados.
Algunos, no tenemos una clara herida de guerra aunque si participamos en una. La mia mas conocida, cuando estando en la playa tras una barbacoa decidi corretear sobre una "hoguera" recien apagada que alguien habia intentado sofocar echando arena por encima. Resultado: mis dos piececitos con quemaduras de primer grado y vendados durante el resto del verano. Luego, vino lo de caerme sobre el "macuto" de la mili de mi hermano tras corretear por el pasillo de mi casa. De esta ultima me queda una minuscula y casi inapreciable "herida de guerra". Todos hemos sido niños, y todos hemos cometido alguna "trastada" aunque unos nos hayamos roto mas brazos que otros.
Sin embargo, hay otras heridas que todos tenemos y que permanecen: son mas inalterables que las heridas de guerra. Este otro tipo de heridas duele mas intensamente y aunque a veces el dolor se calma, siguen ahi pase el tiempo que pase y es muy dificil, sino imposible curarlas.
2 comentarios:
será por heridas abiertas... un máster tengo. pero aprendes a vivir con ellas en un rinconcito.
el tiempo, por suerte, relativiza el dolor y, de alguna manera, hace una mini operación de cirugía estética a esas cicatrices tan tremendas.
eso sí, aunque parezca que no existen, cuidado!
Publicar un comentario