15 diciembre 2008

Cosas de abordo

Voy a contar unas pocas anécdotas que me han pasado en mis tres últimos vuelos y que me parecen o bien interesantes o bien graciosas.

La primera, interesante, me ocurrió volviendo de Estocolmo. Yo, de pie en medio de la cabina y esperando para señalizar las puertas de emergencia, mientras dos pasajeros a ambos lados del pasillo hablaban sin parar y en un tono de voz no precisamente bajo. Yo les miro a ver si se dan por aludidos y se dan cuenta de que hay un video reproduciéndose por su interés y seguridad. Ellos, ni caso. Cuando estoy a punto de decidirme a hacerles callar mediante el remedio más seguro de pedírselo directamente, un pasajero de unas filas más atrás que ya había expresado su malestar por la situación, se levanta y tras dirigirse a ellos les espeta: "¿les importa...? estoy intentando escuchar el video con la demostración de emergencia". ¿Qué decir?" Olé, olé y olé. Ojalá hubiera más pasajeros así. Los "individuos", piden disculpas, se sonrojan y se callan. Yo, miro a "nuestro salvador" y con un gesto y un movimiento de labios le agradezco su gesto, que le honra. Este pasajero se llevó un par de botellas de vino y otro par de botellas de champagne en señal de agradecimiento. Y esque, aunque uno sea un viajero frecuente, la demostración de las instrucciones de emergencia, es importante. Es por la seguridad de cada uno y solo por el beneficio de los propios pasajeros. No cuesta nada prestarle atención durante los pocos minutos que dura.

La segunda anécdota doble en clave de humor la ha proporcionado una de las pasajeras de un vuelo procedente de Niza esta misma tarde. Los pasajeros de Niza son distintivamente "de clase media-alta". Van vestidos elegantemente y su poder adquisitivo es bueno, incluso en estas épocas de crisis. El vuelo estaba retrasado. Esperabamos en tierra a que los técnicos realizaran un pequeño ajuste a la nave y una de las pasajeras aprieta el botón de llamada.
-(pasajera) Perdone, ¿es posible beber algo mientras esperamos?
-(yo) Por supuesto. ¿le traigo un vaso de agua?
-(pasajera) No, prefiero un cappucino con extra de crema. (¿se creerá está que está en un Starbucks?)
Conteniéndome le explico que solo tenemos café normal y me pide uno con leche.

La misma señora, un rato más tarde. Paso por su lado y observo que tiene dos botellitas de vodka vacias sobre su mesita desplegada. Me acerco a recogerlas y me dice:

- "Tengo dolores. Pero, ¿sabes cual es el remedio para los dolores? ¿lo mejor para combatirlos? Aspririnas y Vodka. No hay nada como el paracetamol y el vodaka para aliviar todos los dolores" (Olé por la señora de "alta cuna" que venía de Niza... ) Me voy a aplicar el cuento. Cuando algo duela: unas cuantas pastillitas que contengan paracetamol y un buen chorrito de vodka para acompañarlas. No hay nada como las mezclas explosivas para acabar con los dolores. Ya lo dice el refran: "a grandes males, grandes remedios".

Esto es todo por ahora... ¡Ah! y como obsequio de hoy... un video con una demonstracíón de las instrucciones de emergencia de una compañía cualquiera de un avión cualquiera. ¡Disfrutadlo!


4 comentarios:

Nils dijo...

cuando salía de marcha con auxiliares de vuelo, nos reíamos mucho haciendo las demos del 320 y el MD con la música que pusieran, como si fuera una coreografía... qué tiempos! y aún sé hacer esas demos! y la de AirEuropa de 8 puertas de salida, pero no recuerdo el nombre del avión jajaja

Peter Pan dijo...

321 , el Airbus 321 (un solo pasillo) tiene 8 salidas de emergencia. (o el Airbus 330 / 340 de doble pasillo)

peibol dijo...

¡Anda! No sabía que fueras auxiliar de vuelo... ¿Te viene de ahí lo de volar Peter? ¿Has visto la segunda a la derecha por la ventanilla?

Javier dijo...

Una amiga, auxiliar de vuelo, me contó una anécdota muy graciosa. Habían pedido en el vuelo dos menús vegetarianos totales, y un ovolacteo-vegetariano. Al dirigirse a uno de los pasajeros le preguntó. "Disculpe, ¿es Vd el ovolácteo?" Y el hombre le contestó: "No sé... Yo soy homosexual" Ejem... Me encantan las anécdotas de los aviones.